martes, 13 de mayo de 2008

PREPAGOS: PROSTITUTAS CON ESTATUS

UNIVERSIDAD ICESI
COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITA II
Ensayo Final
Juan Sebastián MONTOYA PERLAZA
0724081

LAS PREPAGOS: PROSTITUTAS CON ESTATUS


“La gente nos señala y nos juzga sin saber realmente cómo son las cosas.
La sociedad influencia a las personas, y no quiero que Isa se deje influenciar”.
María, 23 años, prepago

El consumismo al que estamos sometidos todos y cada uno de nosotros, nos plantea algunos estereotipos que, poco a poco, nos moldean para que perdamos nuestra singularidad. Aunque creamos que somos ajenos a este proceso de unificación en el que perdemos nuestra individualidad, debemos estar conscientes de lo que estamos obligados a realizar para ser partícipes de una sociedad esclavizada por el consumo que pretende volver necesidades los lujos. Por esta creencia, algunas jóvenes con un alto nivel socio-económico que se prostituyen, más conocidas como prepagos, buscan encajar en una sociedad materialista y superficial. Es a tal punto esta necesidad que, por ejemplo, Cali está siendo conocida como “la ciudad de la silicona”[1]. La razón: el gran auge de prepagos en las diferentes instituciones de educación superior.

Con el fin de obtener beneficios estéticos o para estar a la moda, los caleños intentan lavarse las manos tranquilamente respecto a que se haya generado la prostitución “prepago. Debemos aceptar que en los últimos años hemos priorizado aspectos como la ropa de marca, los cuerpos esbeltos, los celulares y otros insignificancias por encima de los valores éticos y morales. Y si queda alguna duda, observemos cuántos centros comerciales están siendo construidos en la ciudad, promovidos por el descomunal impulso adquisitivo al que somos sometidos. Además los medios de comunicación nos venden todo el tiempo la idea de que hay que tener un cuerpo perfecto para ser aceptado: hay que tener la ropa más costosa del mercado como Abercrombie, Hollister, Tommy, Diesel…, para encontrar un lugar en esta comunidad. Por ello, si no todos estamos en el mundo de la prostitución para obtener estos beneficios excesivos, igual buscamos la forma de obtenerlos de otra manera. Así que, por ese lado, toda la sociedad se encuentra en la misma condición que las “prepagos” porque buscamos lo mismo: encajar en una sociedad que demanda seguir un mismo camino hacia lo material.

“Tiene carro último modelo, un apartamento amplio en una de las mejores zonas de la ciudad, niñera para su hija, joyas, perfumes, ropa de marca y hasta plata extra para salir de viaje” [2]. La diferencia entre la prostitución “clásica” y la prostitución prepago es el estatus social y el medio social en que se presenta. Por una parte, la prostitución “clásica” es un mecanismo usado para la subsistencia económica y la de su familia pues no hay otro medio al alcance para suplir estas necesidades. También es vista como ilegal y degradante para toda persona involucrada con este empleo. Por otra parte, las jóvenes universitarias que se prostituyen (prepagos) lo hacen para solventar gastos secundarios e innecesarios como carros, cirugías, viajes, entre otros lujos. Ellas son, contrario a las primeras, aceptadas socialmente y su título les proporciona, de algún modo, cierto estatus y reconocimiento en la comunidad. Esta situación se puede observar en la farándula colombiana en la que muchas actrices y presentadoras participan activamente en este mundo y gozan de gran aceptación social.

Es cierto que la sociedad no obliga a estas jóvenes a conseguir lo que quieren por medio de la prostitución. Pero debemos reconocer que no todas tienen las mismas facilidades para comprar ropa de marca o ir a un lugar de moda sólo con sacar el dinero del bolsillo o pedirlo a sus padres. Correcto o no, algunos ven en la prostitución la única forma de obtener aquellas cosas que ya son un requisito para ser aceptado por la sociedad. Entonces, no podemos juzgarlas pues ellas, al igual que los demás, sólo quieren “encajar”. Ellas no son un problema social porque den mal prestigio al género femenino o a una universidad. El problema va más allá de eso: es la deshumanización[3] del hombre que se define desde sus posesiones.

A pesar de esta situación que se presenta al emprender una búsqueda desesperada por seguir esos modelos preestablecidos por nosotros mismos, se debe ser consciente que hay otras maneras de encajar. Si se quiere ser partícipe de esta sociedad vanamente superficial, es nuestro deber tener el dinero suficiente para darnos tantos lujos “necesarios” -ya que eso pretende el sistema capitalista- y seguir otros patrones. Por ejemplo, ser traqueto -oficio que por cierto es muy bien remunerado y aceptado en nuestra ciudad-. También se podría pretender ser sicario, trabajo muy lucrativo. Así, hay muchos más oficios que podrían ser desempeñados para poder ser un eficiente integrante de nuestra comunidad.

Por lo tanto, no podemos ser tan duros e injustos al momento de hablar mal de una “prepago”. Ni tan hipócritas. Pues, al hablar mal de ellas, de lo que hacen, de sus cuerpos, estamos hablando mal de nuestro mismo género, de nuestros cuerpos, de seres humanos que son parte de nuestra misma sociedad y que, sin importar lo que hayan decidido hacer, merecen respeto. No podemos estar tan tranquilos cuando, sin remordimiento, las denominamos un “problema social”. Todos somos responsables de la prostitución “prepago” pues es un reflejo de nuestras propias preferencias por lo superficial y material, en lugar de ocuparnos del ser humano, de sus cualidades, valores, sentimientos.
Antes de juzgar qué está bien o qué esta mal, reflexionemos: ¿qué consecuencias en la juventud está generando esta situación? ¿Qué podemos hacer para reformar nuestra sociedad y recuperar así nuestra dignidad?

[1] Documento encontrado en la página http://www.calibuenanota.com/sinpelos/notas/Septiembre302005/silicona.html con el título “La guerra de la silicona”.
[2] Cita de la entrevista hecha por Andrea San Juan a una prepago. Tomado del periódico El País en la edcion del 15 de septiembre de 2006.

[3] El sistema consumista nos obliga a desprendernos de nuestros valores y principios morales.

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